LA INDEPENDENCIA Y SU
LEGADO…
El panorama
predominante al consumarse la guerra de independencia estaba caracterizado por
las fuertes tensiones entre grupos políticos con distintos proyectos para la nueva nación, tales
como el Borbonista, Republicano, Itubirdistas que buscaban imponer la forma de
gobierno que mejor les respaldara sus propios intereses. Existía gran
desilusión entre las masas trabajadoras y las clases medias porque no se había
efectuado transformación alguna, por el contrario se conservaba el mismo status quo de la época. La situación
económica era deplorable se mantenían gastos excesivos y medidas económicas
equivocadas que los distintos gobiernos conservadores y liberales habían
propiciado.
Es notorio que en
las décadas siguientes a la lucha armada las elites políticas estarán
encaminadas a pelear por la concentración del poder, pero carentes de un
verdadero proyecto de nación unificado que pondere el surgimiento de un
verdadero Estado Nación democrático. Sí se dará el paso de un régimen
monárquico al republicano, pero la acentuada división hará lo imposible para no
concretarlo. Claro, existirán algunos logros como la creación de la
Constitución de 1824, pero no garantizarán el ejercicio de la solución a los grandes problemas nacionales. Es
natural que en cada época histórica convivan y choquen más de un proyecto de
nación y ése ha sido el caso de México, el reto está en unificarlos y anteponer
beneficios comunes y no particulares.
El primero se
constituyó al finalizar la independencia, que desencadena en disputa entre
liberales y conservadores a mediados del siglo XIX dando paso al triunfo de los
liberales en el Porfiriato, ponderando la pretensión de modernización del país,
destruido por el movimiento popular de 1910.
Posteriormente con
la Revolución Mexicana se buscaba equilibrar la modernización material con
justicia social, difícil de conseguir. Con Cárdenas se busca mayor peso de las
políticas sociales, especialmente la de la Reforma Agraria, expropiación
petrolera; una vez agotado este reformismo se privilegió la industrialización
basada en una burguesía que explotara un mercado interno protegido, la rectoría
económica del Estado encabezada por una presidencia sin límites
constitucionales. El acento en la justicia social se difuminó. Con Salinas de
Gortari lo ideal era escuchar las señales del mercado, privatizar y abrazar la
globalización vía integración económica a E.U. El neoliberalismo democrático
encabezado por el PAN, también perdió su parte utópica. La ineficacia de estos
proyectos es resultado lógico e inevitable de decisiones políticas que se
tomaron hace un buen tiempo. Combinadas con una alta dosis de irresponsabilidad, incompetencia y corrupción
que se manifiestan desde la época colonial.
El contexto descrito
anteriormente no dista del panorama que vivimos en el México de hoy, es una constante presente. Los
partidos políticos son organizaciones oligárquicas y no democráticas,
organizadores de la clase predominante y articuladora de los intereses de
ciertos sectores. El sistema de partidos está hasta cierto punto divorciado con
la sociedad pues no la representa. Los poderes facticos están más presentes que
nunca. Lorenzo Meyer afirma que vivimos en un estado fallido porque su economía
lo es, persiste la falla educativa, la de seguridad, la corrupción y no se ve
que los responsables estén a la altura del problema.[1]
Como conjunto nacional México no avanza, sólo gira sobre un mismo punto, está
estancado.
En el gobierno
actual de Peña Nieto se articula una más de las artimañas políticas heredadas
de los viejos regímenes. Hoy el supuesto Pacto por México busca integrar y unir
a los distintos partidos políticos para crear las supuestas reformas estructurales
que el país necesita, todavía está por verse si será así.
Es notable que desde
la Consumación de la Independencia prevalece la constante lucha por el dominio
político y la imposición de regímenes convenientes para unos cuantos. México ha
llegado así a un tiempo donde el poder se ejerce sin proyecto y en la ausencia
de éste tenemos un problema mayor.
[1]
MEYER LORENZO. Nuestra tragedia
persistente. La democracia autoritaria en México. Ed. DEBATE. México. 2013.
Pág. 109.
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